El caso del obispo Salvador Rangel Mendoza ha tomado un giro inesperado con la revelación de detalles que contradicen la supuesta desaparición por secuestro exprés. Autoridades estatales de seguridad de Morelos han confirmado la ausencia de elementos que respalden dicha hipótesis, mientras surgen informes médicos que sugieren la presencia de sustancias tóxicas en el cuerpo del prelado.

José Antonio Ortiz Guarneros, comisionado estatal de seguridad de Morelos, desestimó las afirmaciones de secuestro exprés, indicando que las evidencias recabadas apuntan a una entrada voluntaria del obispo en un hotel, acompañado de otra persona, quien posteriormente se retiró. Ortiz Guarneros declaró a la prensa: "No sabemos cuáles son las bases de la fiscalía para sugerir que la desaparición del obispo se trató de un secuestro exprés".

El secretario de gobierno en funciones de gobernador, Samuel Sotelo Salgado, añadió más incertidumbre al caso al revelar que el obispo fue visto por última vez en una pizzería, donde se reunió con un trabajador del establecimiento.

El hallazgo del obispo en la sala de urgencias del hospital general José G. Parres, de Cuernavaca, arrojó resultados médicos sorprendentes. Informes preliminares indican la presencia de cocaína y benzodiacepinas en su organismo. Además, se reportó que fue encontrado desnudo y con dificultad para hablar, lo que sugiere un estado de intoxicación.

La Conferencia del Episcopado Mexicano emitió una alerta tras la desaparición del obispo y solicitó el apoyo de las autoridades para su localización. Sin embargo, la versión oficial ha descartado el secuestro exprés, planteando la posibilidad de una intoxicación y robo de dinero a través de cajeros automáticos.

El caso continúa siendo objeto de investigación por parte de las autoridades competentes, mientras el obispo Salvador Rangel Mendoza se recupera en un hospital privado tras su egreso voluntario del centro médico estatal.