Los apagones, definidos como cortes o pérdidas del suministro de energía eléctrica, se han vuelto una preocupación creciente en México, especialmente durante la temporada de calor. Estas interrupciones masivas, relacionadas directamente con las altas temperaturas registradas en los últimos días, han generado diversos impactos, no solo en el funcionamiento de aparatos eléctricos, sino también en la salud de las personas.

Según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC), los cortes de luz prolongados pueden afectar significativamente a aquellos pacientes que dependen de dispositivos médicos eléctricos para su salud. Equipos como respiradores, sillas de ruedas eléctricas, y aparatos de oxígeno, aspiración o diálisis pueden dejar de funcionar en caso de una interrupción prolongada o falta de recarga de sus baterías.

Además, la falta de refrigeración durante un apagón puede poner en riesgo la seguridad alimentaria, ya que los alimentos son más propensos a descomponerse, aumentando el riesgo de intoxicación alimentaria.

En regiones de clima cálido, la falta de aire acondicionado o ventilación puede provocar deshidratación, especialmente en personas vulnerables como niños, adultos mayores y personas con enfermedades crónicas.

Otros riesgos para la salud asociados con los apagones incluyen accidentes por falta de iluminación, episodios de estrés o ansiedad debido a la incertidumbre, y siniestros ocasionados por el uso de velas o veladoras como fuente de luz, que pueden desencadenar incendios.

En este contexto, es fundamental que las autoridades y la población tomen medidas preventivas para mitigar los riesgos asociados con los apagones, especialmente durante periodos de alta temperatura.