Roberto González Barrera: El Visionario que le dio la vuelta a la tortilla

Roberto González Barrera: El Visionario que le dio la vuelta a la tortilla Roberto González Barrera: El Visionario que le dio la vuelta a la tortilla.

Por: Verónica Sandoval

Facebook me recuerda que hace 7 años realicé la cobertura periodística para Multimedios y Milenio, del funeral en Cerralvo, NL, de Roberto González Barrera, “Don Maseco”, fundador de Grupo Financiero Banorte y Gruma. El único de los grandes empresarios que asistió al homenaje de despedida en el parque El Sabinal fue Don Alfonso Romo Garza. 

Ahí, el ahora jefe de la Oficina de la Presidencia, me comentó sobre su aprecio y reconocimiento al hombre de negocios que industrializó la tortilla en el mundo. En el lugar mi amigo de San Nicolás, Don Gonzalo Zamarripa, un empleado de Gruma interpretó un corrido que compuso en honor a ese hombre que falleció a los 81 años en el extranjero. Recordaron su trayectoria, era larga la fila de esa comunidad: niños, estudiantes, familias y empleados para dar las condolencias a sus hijos Bertha y Roberto González. 

Mucha gente agradecida con Don Roberto por lo hecho a través del Patronato de Cerralvo. En el camino ví grandes moños negros en las puertas de las casas en señal de luto, que hubo en el pueblo que lo vió crecer. Con el fotoperiodista Roberto Alanís me retiraba en ratos del evento para ir al panteón porque cerca de ahí decían llegaría el helicóptero con familiares y directivos de Gruma y Banorte. No vimos nada. En El Sabinal se acababa la tarde, y llevarían comida al parque para la familia de Don Roberto. 

A nosotros nos quedaba poco tiempo para comer algo de prisa y regresar a Monterrey. No podíamos quedarnos a la sepultura. Nos retiramos y llegamos al restaurante El Rodeo, un lugar que tiene más de 37 años, el cual Don Maseco frecuentaba, cuyo propietario es Jesús González Benavides, Don Chucho, su amigo desde la infancia. 

El negocio estaba cerrado a las 7:00 de la mañana cuando fuimos ahí para tomar unas fotos; el dueño de El Rodeo me dijo que de niños él y Don Roberto jugaban descalzos, pero que su amigo trabajaba tanto boleando zapatos que fue el único niño en el pueblo en comprarse una bicicleta, cuando allá aún no era común ese medio de transporte. Y esa bicicleta se la prestaba a sus amigos en el pueblo. Cuando llegamos tarde a comer a El Rodeo, ya no había gente, esperaríamos a que nos cocinaran algo. 

Del restaurante enviaron a El Sabinal a empleados con la comida para Doña Bertha González Moreno, Roberto González Alcalá, familiares y amigos. Pasaba lento el tiempo y no servían la comida de Roberto Alanís ni la mía. De pronto dijeron que cerrarían el restaurante que nos iban a servir la cena, pero que al público en general ya no lo dejarían pasar.  Había mucho movimiento. Los empleados regresaron con la comida que habían llevado al parque. 

Por la ventana ví como se levantaba el polvo, llegaron camionetas blindadas. Adentro del restaurante estaban escoltas, con finos trajes, corbatas, lentes. Estaba la familia de Don Roberto... y cerraron las puertas del negocio. No es que sintiera intimidación pero como estaba de espalda no podía voltear la cara para ver a las personas que llegaron, ni tampoco pudimos usar la cámara que estaba a la vista en la mesa. 

Aún no nos servían la comida o cena, y me dirigí a la caja a pagar. Apenas iba a agradecer a Don Chucho las atenciones cuando se acerca a mí Doña Bertha, para solicitarme discreción. Ahí aproveché la oportunidad para externar mis condolencias, ya que en El Sabinal por esas largas filas no pude hacerlo. Roberto Alanís y yo cenamos de prisa, yo ni terminé, se me quitó el hambre. 

Sentía nervios, frío. Una frialdad. Cuando nos paramos para retirarnos vimos que detrás de nosotros había una caja con las cenizas de Don Roberto, la urna estaba colocada sobre la silla, el lugar que él siempre ocupaba cuando iba a comer con su amigo. A nuestra espalda, mucha proximidad. 

Una vivencia, gajes del oficio, eché varias vueltas al panteón ese día para ver su despedida, y al final de la jornada él me acompañó en la cena. Como exitoso hombre de negocios recorrió todo el mundo, visitó lugares de lujo, disfrutó de una amplia gastronomía, pero ningún sitio se compara con su lugar favorito, con el restaurante El Rodeo, donde alimentó su cuerpo y alma de visionario. QEPD

 

 

Lic. Verónica Sandoval Reyes, comunicóloga egresada de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la UANL. Periodista con 25 años de trayectoria, especializada en Finanzas, Agronegocios y Mercadotecnia. Premio Anual de Periodismo 2010.



Judith Díaz y Waldo Fernández se compromete

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Roberto González Barrera: El Visionario que le dio la vuelta a la tortilla.
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