Los barberos de Bolívar

Los barberos de Bolívar Los barberos de Bolívar.

"Pude haber terminado en un penal, eso es lo que iba a ser en mi vida. Hasta que llegó Bolívar"...

El que habla con una sonrisa tatuada en su cara mientras le brillan los ojos es Gilbert José Arteaga, 27 añitos, desde los 14 en este apasionante negocio de la barbería.

Empezó en la de su tío y luego fue de negocio en negocio hasta que ya no quise estar bajo el mando de un jefe que ganara con el fruto de mi trabajo.

Pensé qué hacer para yo ganar y también dar trabajo a los demás. Entonces conoció al pana Walker , el catire que vive en el edificio de la esquina de Fuerzas Armadas con la calle Marrón.

Los puse a hacer algo porque no hacían nada y esto les quedó fino, fino dice Walker mientras otro cómplice de la Barbería dibuja la carita de un niño para mostrar que también atienden a la clientela infantil.

El otro cómplice es el barbero Hendrix Barón: esta es una barbería de calle, socialista donde ofrecemos precios más baratos, me entiende?, puede venir y hacerse su corte por 60 mil bolos cuando en todos los locales está en 120, 160, me entiende? Aquí pueden venir hombres, niños, mujeres, porque esto es socialismo bolivariano.

Llevan cuatro meses montando este negocio en la calle, donde no solo dan empleo a los colaboradores -barberos, rotuladores y comerciantes afines- sino que también buscan, más adelante, impartir clases de barbería, ese oficio que les permite hacer una radiografía de la gente en solo 25 minutos.

 Todo inspirado en este cambio de visión que les dio Chávez. Y claro, en Bolívar.

Si Chávez viviera me daría los espejos y las sillas y mira pana a ver qué haces con todo eso, pero sin sinvergüenzura, dice el emocionado Gilbert

¿Te imaginas afeitando a Bolívar?

¡Coño, sí, haciendole sus patillas!

La barbería se llama "La mejor", aunque ya tiene pintada la figura del Libertador y en unos días más estará la del comandante del socialismo del siglo XXI flanqueados por el dibujo de un diamante.

Yo era el diamante de mi calle, siempre termina alguien brillando, sonríe Gilbert.

El diamante me lo sacó Chávez

 

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