Carcajada

Carcajada Carcajada.

¿Les ha pasado que están a carcajada abierta por alguna razón, pasando un buen momento en familia o amigos y de repente alguien dice “ya no te rías tanto porque al rato vas a llorar”?

¿No? ¿Solo a mí?

Bueno, vamos a ver.

 

Lo mejor es reírnos, carcajearnos cuando el momento se presenta, porque eso alivia; alivia depresiones, tensiones, nos llenamos de endorfinas, que ni se para que son bien a bien, pero sé que es bueno; sé que reír, tirarnos al suelo de la risa, privarnos, que duela el estómago de tanto y tanto reír es alargarnos y alegrarnos la vida. Sé que debemos aprovechar al máximo esos ratos que son invaluables e irrepetibles; bueno a veces se repiten porque te acuerdas de ese rato, te acuerdas de lo que te hizo reír y vuelves hacerlo, quieres compartirlo, para que los demás también rían y a veces ni puedes contarlo bien porque la carcajada llega a tu alma y es difícil terminar de compartir ese delicioso momento que te deja sin aire pero que a la vez te oxigena el espíritu.

 

Así que sin importar lo que la abuela diga, rían, tengan ataques de risa sin miedo, sin miedo a llorar después, (bueno si llora, pero de pura risa) rían sin remordimiento, yo aprendí a hacerlo, sin restricciones tanto que por mi risa estruendosa es que me identifican o escuchan a alguien con una carcajada que estalla y retumban y me recuerda. Rían para que así los piensen, para que así dejen huella, rían para que así el estar con ustedes sea un placer, para que sean ustedes quienes se caractericen por animar  almas tristes, para que sean los favoritos, para que su esencia siempre deje huella a donde quiera que vayan para que se distingan por su alegría porque reír sin miedo es lo que marca. 

 

Contagien. Iluminen. Vivan.

 

Así que para romper con todo, para doblar a quien sea, solo hay una cosa que hacer…

 

Rían y sonrían, siempre a quemarropa.

A mí me funciona.