Zarpó sin regreso, sólo ha quedado en el sepia de las fotografías, en cartas manuscritas, modales y gestos ya diluidos. El amor de antes se ha ido, y el de hoy no tiene una, sino múltiples, inéditas y sincréticas facetas, coincidieron investigadoras universitarias.
El amor se ejerce ahora en swipes (movimientos dactilares) en el móvil, con rosas virtuales, emoticones, encuentros casuales, en viajes sin escala a la genitalidad. La bala de plata la disparó el Internet con las redes sociales, y ese sentimiento se hizo virtual, sin género, a veces violento, sin control. Sólo ha sobrevivido la poesía amorosa. ¿Cómo se llegó hasta aquí?
Dos científicas sociales de alta especialización en la UNAM: Alejandra Giovanna Amatto, forjada en la literatura, y Alba Pons, antropóloga y etnografista, compartieron sus puntos de vista al respecto.