Cuando la ropa podía matarte, prendas tóxicas del pasado 

Cuando la ropa podía matarte, prendas tóxicas del pasado  Cuando la ropa podía matarte, prendas tóxicas del pasado .

En los días en que velas, lámparas de aceite y chimeneas iluminaban y calentaban los hogares europeos y americanos, las amplias faldas con miriñaque y los delicados vestidos de algodón y tul de las mujeres eran un peligro de incendio, a diferencia de la ropa de lana más ajustada que llevaban los hombres.

Pero no eran solo los vestidos: la moda de esta época estaba plagada de riesgos. Los calcetines fabricados con tintes de anilina inflamaban los pies de los hombres y provocaban llagas a los trabajadores e incluso cáncer de vejiga. 

El maquillaje con plomo dañaba los nervios de las muñecas de las mujeres, por lo que no podían levantar las manos. Las peinetas de celuloide, que algunas mujeres llevaban en el pelo, podían explotar si se calentaban demasiado. 

De hecho, algunas de las prendas más de moda en aquella época se fabricaban empleando productos químicos que en la actualidad se consideran demasiado tóxicos. Además, eran los fabricantes de ropa, y no los portadores, quienes más sufrían sus efectos.

Muchas personas creen que el dicho coloquial en inglés «mad as a hatter» (o «loco como un sombrerero») se refiere a los efectos secundarios físicos y mentales que sufrían los fabricantes de sombreros por el uso de mercurio en su oficio. 

El arsénico fue otro componente venenoso que también acabó en vestidos, guantes, zapatos y coronas de flores artificiales que las mujeres usaban para adornarse el pelo y la ropa.

a preocupación pública por el arsénico ayudó a que pasara de moda: Escandinavia, Francia y Alemania prohibieron el pigmento (algo que no hizo Gran Bretaña).

El distanciamiento del arsénico se aceleró gracias a la invención de tintes sintéticos, que «facilitaron dejar el arsénico», según Elizabeth Semmelhack, conservadora en el Bata Shoe Museum en Toronto, Canadá.