En el Instituto de Investigaciones Estéticas (IIE) de la UNAM, la investigadora posdoctoral Liliana González Austria Noguez lidera un proyecto innovador: el inventario de las antiguas tumbas mayas de México que están adornadas con pintura mural. Hasta el momento, más de 25 de estas tumbas han sido contabilizadas, revelando una tradición funeraria rica en simbolismo y color.

Las tumbas, ubicadas en sitios arqueológicos como Palenque, Calakmul, Tikal, Río Azul y Caracol y K’akabish, abarcan un período que va desde el Preclásico Tardío hasta el Clásico Tardío, aproximadamente un milenio de historia. Esta investigación, que constituye el primer estudio detallado de estos espacios como tradición funeraria, arroja luz sobre una faceta poco conocida del arte maya.

La característica principal de estas pinturas es la bicromía, con una mezcla de colores que incluye tonos de rojo, blanco, negro, amarillo y azul. El rojo, obtenido del mineral de cinabrio, destaca por su durabilidad y brillo, aunque también se utilizó la hematita en menor medida. Estas pinturas, además de ser estéticamente impresionantes, ofrecen pistas sobre la cosmovisión y las creencias de los antiguos mayas, con representaciones de gobernantes, símbolos de joyas, montañas y antepasados dinásticos.

Sin embargo, la conservación de estas pinturas representa un desafío, dado su carácter frágil y el paso del tiempo. González Austria enfatiza la importancia de conservar y difundir este patrimonio cultural, cuya existencia a menudo queda relegada a los archivos del INAH.

Además del inventario de estas tumbas, el proyecto incluye experimentos para comprender mejor los materiales utilizados en las pinturas, especialmente el cinabrio, bajo condiciones controladas debido a su toxicidad.

Este estudio no solo enriquece nuestra comprensión del arte maya, sino que también destaca la importancia de preservar y estudiar el legado cultural de las civilizaciones antiguas para las generaciones futuras.