La miel, al igual que el azúcar, es un endulzante ampliamente utilizado en la cocina para mejorar el sabor de alimentos y bebidas. Sin embargo, su creciente popularidad se debe en gran parte a la percepción de que es una alternativa más saludable, especialmente entre personas que buscan controlar sus niveles de glucosa en la sangre.

A diferencia del azúcar refinada, la miel posee una composición natural rica en propiedades antibacterianas, antioxidantes y antiinflamatorias, lo que la convierte en un aliado para la salud en ciertos casos. Entre sus beneficios más reconocidos destaca el alivio de la tos, el dolor de garganta y las alergias, de acuerdo con un estudio publicado en el British Medical Journal en 2021, que señala que la miel es incluso más efectiva que tratamientos convencionales para infecciones en el tracto respiratorio superior.

Aunque la miel contiene más calorías que el azúcar, su mayor poder endulzante permite usar cantidades más pequeñas para obtener el mismo nivel de dulzura. Además, su índice glucémico es menor, lo que implica que no eleva tan rápidamente los niveles de azúcar en la sangre, ayudando a controlar el apetito, mantener un peso saludable y reducir el riesgo de enfermedades cardíacas.

No obstante, especialistas como los de la Universidad de Arkansas advierten que, pese a sus beneficios, la miel sigue siendo rica en azúcares y calorías, por lo que su consumo debe mantenerse en niveles moderados. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda limitar la ingesta de azúcares añadidos a menos del 10% del consumo calórico diario para prevenir enfermedades metabólicas y cardiovasculares.

En conclusión, aunque la miel puede ofrecer ventajas nutricionales frente al azúcar refinada, su uso responsable sigue siendo esencial para mantener una dieta equilibrada y saludable.